Miguel Fernández Martínez, periodista que atiende la sección “Norte” de Prensa Latina, nos entrega en la web de esta Agencia dos excelentes trabajos que cuestionan, desde aristas inusuales, el gran show mediático que son las presidenciales norteamericanas: unas elecciones donde el dinero pone y paga los candidatos, donde los más votados por el pueblo generalmente no alcanzan el escaño presidencial, donde una “pelea de gallitos” ante las cámaras puede decidir la inclinación de la balanza… una balanza que sólo admite dos platos: Demócratas y Republicanos. ¿Conoce Usted los otros partidos que contienden por el “Premio Gordo”?
La diversidad ¿partidista? en las elecciones de Estados Unidos
Por Miguel Fernández Martínez *
Aunque
la lucha por conseguir la presidencia de Estados Unidos se concentra
entre los tradicionales republicanos y demócratas, el espectro electoral
abarca a otras agrupaciones que también lidian por llegar a la Casa
Blanca.
Los
rojos (republicanos) y los azules (demócratas) son los partidos
políticos más grandes, y cuentan con suficientes recursos económicos
para mantenerse en el ruedo a través de campañas propagandísticas que
promocionan a sus principales aspirantes.
Barack
Obama y Joseph Biden, aspirantes a la reelección demócrata, y Mitt
Romney y Paul Ryan, candidatos republicanos, son los rostros visibles de
esta contienda, que ya se convirtió en la más cara en la historia de
Estados Unidos.
Pero
junto a ellos, otros 15 grupos políticos aparecen inscriptos en los
registros electorales, aunque apenas se habla de sus proyecciones.
Los
pocos recursos financieros de estos partidos, y su poca capacidad de
recaudación de fondos, les impiden marchar a la par con las dos fuerzas
políticas principales, y esto trae como consecuencia que los electores
no alcancen a conocer sus plataformas programáticas.
Detrás
de rojos y azules avanza como tercera fuerza política el Partido
Libertario, con Gary Jonson, exgobernador de Nuevo México, como
candidato a la presidencia, y Jim Gray, exmagistrado de la Corte Suprema
de California.
Tienen
entre sus presupuestos de campaña reducir la capacidad del gobierno,
favorecer los matrimonios entre personas del mismo sexo, legalizar el
consumo de la marihuana y permitir un flujo migratorio sin restricciones
legales.
Fundado
en 1971, el Partido Libertario es el más grande de los grupos
marginales en Estados Unidos, y cuenta con una base de votantes
registrados que supera los 225 mil electores.
También
destaca el Partido de la Reforma, fundado por Ross Perot, dos veces
candidato a la presidencia de Estados Unidos, y que esta vez trae como
candidatos a Andre Barnett, de Nueva York, y a Ken Cross, de Arkansas.
Este
partido, fundado en 1995, se creó como una alternativa ante el
desencanto en los partidos tradicionales -demócrata y republicano-, de
trabajar seriamente en los temas más importantes de la sociedad
estadounidense.
Los
"reformistas" de Perot se apuntaron su mayor victoria cuando lograron
llevar a Jesse Ventura como gobernador del estado de Minnesota en 1998.
En
el ruedo electoral aparece nuevamente el Partido de la Prohibición,
fundado en 1869, que lo convierte en el más antiguo de Estados Unidos en
activo, con el binomio integrado por Lowell Fellure, de West Virginia, y
Toby Davis, de Mississippi, y que se opone desde siempre a la venta y
consumo de bebidas alcohólicas.
Entre
los más reaccionarios destacan el Partido de la Tercera Postura, y el
de la Constitución, los que promueven la supremacía blanca y tienen un
carácter antiinmigrante.
Proponen
castigos severos a la inmigración indocumentada, y una moratoria a la
migración legal que garantice que todos los subsidios federales a los
inmigrantes sean abolidos o eliminados.
Otras
agrupaciones inscriptas son el Partido Verde, con Jill Stein, de
Massachussets, y Cheri Honkala, de Pensilvania como candidatos, quienes
promueven el cuidado del medio ambiente, la justicia social, la
diversidad social y la no violencia, y el Partido Justicia, que
defienden una reforma financiera electoral y modificar el sistema de
rentas internas de Estados Unidos, al tiempo de prometer un sistema
gratis de salud pública.
Están
además el Partido Paz y Libertad, una agrupación de izquierda que nació
durante la guerra de Vietnam, defensora de las libertades individuales y
el derecho a la educación y la salud gratis, con Rossane Barr, de
Hawai, y la activista Cindy Sheehan, de California como aspirantes a la
presidencia.
Completan
la lista los partidos Socialista, con Stewart Alexander, de California,
y Alejandro Mendoza, de Texas como candidatos; el Socialista
Igualitario, con Jerome White, de Michigan, y Phyllis Scherrer, de
Pensilvania; y el Socialista de los Trabajadores, con James Harris, de
Nueva York, y Maura Peluca, de Nebraska.
Cierra
la campaña con el Partido Socialista y Liberación, el Independiente de
América, y el Objetivista, que propone reformar el sistema de rentas
internas y eliminar el impuesto sobre los ingresos.
Otra
fuerza política que marcó este proceso electoral fue el Tea Party, un
movimiento nacido en 2009 y que se enrumbó hacia la derecha más extrema
del Partido Republicano.
A
pesar de llevarse las palmas en las elecciones legislativas de 2010, el
Tea Party ha tenido una presencia mucho más discreta en estos comicios,
después que Michele Bachmann, su principal candidata en las primarias
republicanas, sufrió un rotundo descalabro.
Según
analistas políticos que siguen el tema electoral, la falta de respaldo
al Tea Party puede haberse generado después de las negociaciones del
techo de la deuda nacional en 2011, cuando la intransigencia de los
congresistas elegidos un año antes con el respaldo de esta agrupación
ultraconservadora estuvo a punto de abocar al país a la suspensión de
pagos.
A
pesar de la diversidad, incluida la relativa pluralidad política, nadie
duda que el botín se repartirá, como siempre, entre los "elefantes"
republicanos, y los "burros" demócratas, protagonistas eternos de estas
contiendas.
2
Las minorías étnicas en el foco de las elecciones estadounidenses
Por Miguel Fernández Martínez *
Cuando
apenas restan pocos días para que las campañas políticas por ganar la
presidencia en Estados Unidos lleguen a su fin, republicanos y
demócratas prosiguen sus miradas hacia las minorías étnicas con derecho
al voto.
Demócratas
y republicanos, las dos agrupaciones partidistas con opciones reales de
llegar a la Casa Blanca, saben perfectamente que entre los
afroamericanos, latinos y otros grupos étnicos asentados en la nación
puede estar el elemento necesario para inclinar la balanza durante el
conteo de las boletas.
Lleva
la peor parte en esta lid el candidato republicano Mitt Romney, quien
no es bien mirado por las minorías a partir de sus desacertadas
expresiones, en momentos marcadas por cierto perfil racista, pero sobre
todo por las políticas sugeridas, las cuales recortarían ostensiblemente
las ayudas financieras a los programas sociales de los que dependen
muchos de estos grupos sociales.
El
exgobernador de Massachussetts sigue haciendo esfuerzos por mejorar su
imagen ante afroamericanos y latinos, los grupos de mayor incidencia en
las elecciones estadounidenses, después de la población blanca de origen
anglosajón.
Con
los latinos, Romney prueba constantemente mover sensibilidades a través
de su hijo Craig, quien se convirtió en el portavoz de la campaña
republicana hacia los electores de origen hispano, a partir de su
dominio del idioma español.
Aún
así, sigue sin convencer a esta importante comunidad, cuyo crecimiento
en los últimos años la convierte en estratégica, sobre todo en los
llamados estados clave donde todavía impera la indecisión de muchos
votantes.
Melissa
Salas Blair, activista republicana latina de Texas y presidenta de
Puentes Research and Communications en Houston, reconoció recientemente
que en varias oportunidades Romney utiliza a su hijo Craig para
dirigirse a los latinos, cuando es él quien debe hablar directamente a
las comunidades, aunque fuera en inglés, pero con enfoque hispano, como
hace el presidente Barack Obama.
De
desacertada calificaron muchos activistas republicanos la participación
del candidato rojo en la Conferencia Anual del Concilio Nacional de la
Raza, hacia donde envió un video genérico de campaña y no uno dedicado a
los latinos, lo cual le valió que fuera recibida por los presentes en
total silencio y con murmullos reprobatorios.
Los
republicanos también recibieron fuertes críticas por concentrar los
esfuerzos propagandísticos dirigidos a los hispanos con referencias
amenazantes a Cuba y Venezuela, algo que consideran como pifia, en tanto
solo resultará efectiva en Florida, pero no en otros estados como Ohio o
New México, según la opinión del consultor republicano David Johnson.
Por
su parte, los demócratas aún mantienen las preferencias de las minorías
en índices bastante parejos con las elecciones presidenciales de 2008,
que llevó a la presidencia a Obama con el apoyo mayoritario de los
afroamericanos y más de un 70 por ciento de latinos.
Uno
de los temas más discutidos y que movilizó la atención de los
diferentes grupos étnicos en Estados Unidos fue el plan de asistencia
social sanitaria sugerido por los "azules", bautizado por los
republicanos despectivamente como Obamacare.
Según
los estrategas de la campaña de Romney, el plan de salud social
propuesto por el candidato demócrata a la reelección debilitará el ya
existente Medicare, del que actualmente se benefician principalmente
personas blancas de bajos ingresos, a quienes supuestamente se les
afectarían más de 700 millones de dólares en ayudas para reinvertir en
asistencia generalizada para negros y latinos.
A
pesar de los ataques, los republicanos insisten en convencer a estos
sectores de la población estadounidense que se mantienen leales al voto
demócrata, junto a las mujeres jóvenes y solteras de todas las razas.
Según
Pew Research, el 89 por ciento de los votantes que se identifican como
republicanos son blancos, por lo cual tienen muy pocas opciones de ganar
terreno entre negros e hispanos, quienes persisten en apoyar a Obama.
De
ahí que el equipo de campaña de Romney no tiene más opción que la de
adoptar una estrategia que impulse la participación de los blancos en
las urnas.
El
voto afroamericano es otro de los renglones más sensibles en la recta
final de esta campaña presidencial, más cuando tiene como antecedente
haber respaldado a los demócratas con un 95 por ciento en 2008, y donde
tampoco los republicanos han tenido avances.
Durante
la reciente conferencia anual de la Asociación Nacional para el Avance
de la Gente de Color (NAACP), celebrada en Houston, Texas, Mitt Romney
fue abucheado por los participantes cuando se comprometió eliminar
"todos los programas caros y no imprescindibles que pueda encontrar,
incluido Obamacare".
Para
los demócratas no todo está seguro, pues según una reciente encuesta,
los prejuicios hacia los afroamericanos aumentaron en los últimos años,
algo que pondrá en peligro la intención de votos a favor del presidente
Obama, el primer mandatario negro en la historia de Estados Unidos.
Según
Jon Krosnick, profesor de la Universidad de Stanford, por más que se
esperó que el impacto de la raza disminuiría con el paso del tiempo,
parece que el impacto del sentimiento antinegro al votar es casi el
mismo de hace cuatro años.
La
encuesta, realizada por investigadores de Asociated Press, las
universidades de Stanford y Michigan, y el Centro Nacional de Opinión
Pública (NORC), de la Universidad de Chicago, reveló que el 51 por
ciento de los estadounidenses expresa ahora actitudes contra los negros,
frente a un 48 en 2008.
También
se midieron índices de actitudes raciales implícitas, donde resultó que
la cantidad de estadounidenses con sentimientos antinegros aumentó al
56 por ciento, superior al 49 durante las pasadas elecciones
presidenciales.
Otro
dato interesante resultó que el 57 por ciento de los blancos no
hispanos estadounidenses manifestaron actitudes contra los latinos.
La
encuesta realizada en septiembre último encontró que en virtud del
prejuicio racial, Obama podría perder cinco puntos porcentuales de apoyo
en el voto popular en las elecciones del 6 de noviembre frente al
candidato republicano Romney.
Las
minorías étnicas con derecho al voto enfrentarán las urnas entre
amenazas de recortes de los republicanos y promesas incumplidas por los
demócratas, lo que hace dificil predecir hacia dónde inclinar su voto,
el cual sin lugar a dudas tendrá un valor importante en los resultados
finales.
*Periodista de la Redacción Norte de Prensa Latina.
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